En mi opinión el libro de Edgardo Galeano muestra la otra cara de lo que
a nosotros nos enseñaron en la escuela cuando Cristóbal Colón y sus sucesores
fueron los héroes que nos inculcaron la civilización y si no hubiese sido por
ellos, hoy estaríamos viviendo en las chozas, sin calzar y sin vestir en algún
pueblo cercano y los españoles lo llamarían barbarie.
La intención de los europeos desde que pisaron nuestras tierras a sido
enriquecerse ellos a cuesta de los "indios", llamados así desde el
primer momento, por la confusión de Cristóbal Colón al creer que había llegado
a alguna de las islas de Asia Oriental.
América fue víctima de la colonización y de la conquista europea, las
armas fueron la llave para dominar el todo el territorio. Los nuevos
exploradores arrasaron sobre todo a su paso
en busca de oro y plata. Y eso fue lo que encontraron en Potosí, en la
actual Bolivia, y en Zacatecas y Guanajuato, hoy territorio mexicano. La ciudad
de Potosí llegó a tener más cantidad de habitantes que Sevilla, Madrid, París y
la misma cantidad que Londres 160000 habitantes en el año de 1650.
Simplemente en esta tierra exterminaron las minas. Y fue tanto el afán por
la plata que a los colonizadores no les preocupaba tener que comer ratas, gatos
y perros, porque no había quien cultivase las tierras, ya que la mayoría de los
esclavos trabajaban en las minas hasta más allá del cansancio. "Se
afirma que en tres siglos España recibió suficiente metal de Potosí como para
tener un puente de plata desde la cumbre del cerro hasta la puerta del palacio
real al otro lado del océano".
Se llevaban la plata rumbo a España, pero no se quedaba allí. Esta
riqueza pasaría hacía una la Corona española, que estaba hipotecada.
Los ingresos que ella obtenía, se convertían en capitales alemanes, franceses,
genoveses e ingleses. El reino español estaba en deudas con los bancos alemanes
y las mismas fueron canceladas con las riquezas que venían en barco desde
América Latina.
Mientras en la península Ibérica había más ricos, también se
multiplicaban los pobres. Los mendigos eran una postal cotidiana en los
recovecos de las calles españolas. La tan mala administración política en esos
años llevó a reducir ampliamente los horizontes industriales, de tal manera que
de los 16 mil telares que había en Sevilla en 1558, a la muerte de Carlos V,
quedaban tan solo cuatrocientos cuando murió Felipe II. Y si hablamos de la
ganadería en Andalucía, las ovejas se redujeron a 2 millones cuando había 7
millones. Todo se compraba, todo. La inflación subía.
Lo que bajaba de manera rotunda, era su población: en poco más de 200
años, la cantidad de habitantes se vio reducida a la mitad, e igualaba a
Inglaterra, que en el mismo lapso de tiempo, se había duplicado. La pregunta
era, si España no podía abastecerse ella misma, ¿cómo lograría abastecer a sus
colonias del otro lado?
Volviendo a América, en ella los españoles no solo buscaban metales
preciosos en ese gran territorio descubierto por ellos en 1492.
Las especias escaseaban en el viejo continente y la caña de azúcar
comenzó a adueñarse de las islas caribeñas. Y no solamente las colonias
españolas comenzaron a producir: las holandesas, las inglesas, y francesas no
se quedaron atrás a la hora de la cosecha de la dulce plantación.
Las Antillas eran conocidas como
las islas del azúcar. Y a ese nombre quedaron sometidas: todavía hoy son
condenadas al monocultivo y siguen padeciendo la desocupación y pobreza.
Si hablamos del Brasil, la colonia portuguesa, no tenía solamente todos
sus intereses puestos en la caña de azúcar: el caucho asomaba allá por el sur
de la Selva Amazónica y parecía tener un gran auge en todo el mundo. Sin
embargo, muchas plantaciones de azúcar, mucho caucho por extraer, no se podían
producir si no había quien las trabajase.
Los indígenas servían como mano de obra barata y abundante. Y de a poco,
fueron apareciendo, de contrabando africanos esclavos que serían también los
propulsores del desarrollo europeo.
Y así fue que, ese progreso tuvo su lugar: Inglaterra, convirtiéndose en
una gran potencia, donde se produjo la primera Revolución Industrial: mucha
materia prima, proveniente del nuevo continente, hacían que las islas produjesen
a cantidades mayores, pero con una falencia: crecía su producción, pero los
compradores seguían siendo los mismos. Ahí se dió la idea de asalariar a los
esclavos, con el objetivo de que estos tengan su propia plata y puedan comprar
los productos “Made in England”.
De esta manera, la primera ley brasileña se promueve gracias a los ingleses,
y consistía en pasar de esclavos a obreros pagos. Los mismos que incentivaron
el contrabando de esclavos, un siglo después lo criticaban.
En mi opinión América Latina fue víctima de la colonización y conquista
española, pero cabe recalcar que, no fue solo víctima, sino culpable. Porque
resulta irónico decir que el subdesarrollo latinoamericano se debe a sus suelos
ricos en materia prima.
¿Qué hubiera ocurrido si nuestro territorio no habría contado con tantas
riquezas?
¿Cuál hubiera sido el destino de América Latina sino se encontraba las
minas de plata y aun más curioso que hubiese sido de Europa?
Estas preguntas no son fáciles de responder, ya que el gran progreso
europeo no se hubiese podido llevar a cabo sin la sobreexplotación de un suelo
que no les pertenecía, más allá de que el Tratado de Tordesillas decía lo
contrario.
América Latina hoy todavía tiene secuelas de estas agresiones y resulta
un tanto complicado pensar en un continente social, política y económicamente
libre. Luego de las respectivas independencias, los gobiernos de turno pensaron
solamente en sus bolsillos y no han contribuido con el sueño de todo
latinoamericano, y los que podían haber hecho algo, fueron derrocados por
juntas militares y estas incrementaron las deudas externas haciendo de las
economías nacionales muy vulnerables y dejando como resultado una democracia
débil.
Este libro hasta donde lo he leído, muestra la realidad de antepasados latinoamericanos
indígenas que tristemente murieron luchando por la libertad, la salud y sus
creencias y otros esclavos, para mí una conquista dolorosa para nuestra
historia, la cual la festejamos sin una ideología propia, catalogados como
incultos ante los ojos de su cultura, desalmados, sin caracteres físicos que
nos hagan aceptables, para mí un engaño.
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